Comenzamos a modificar conductas con Balú, un Cocker Spaniel de 6 años de edad que presenta conductas reactivas, falta de relaciones sociales y miedos.
Los cockers son perros con una dificultad genética que se presenta como “síndrome de la furia”
El síndrome de furia es un trastorno del comportamiento canino descrito sobre todo (aunque no exclusivamente) en los Cocker Spaniel).
Este trastorno lo ocasiona una causa fisiológica (genética), aunque se suele a atribuir a un simple mal comportamiento, no es un tema etológico, siendo en determinadas razas muy peligroso para los humanos.
Los perros afectados por el síndrome de furia muestran un comportamiento normal, pero súbitamente se muestran agresivos, atacando y mordiendo a la persona que esté más cerca. El ataque dura unos diez minutos o menos, y durante el mismo, el perro tiene la mirada perdida, no atiende a estímulos externos (gritos, golpes) y al finalizar se muestra abatido, exhausto; con actitud arrepentida y triste. Incluso puede llegar a desmayarse.
Uno de los principales problemas en este síndrome es la ausencia de display de ataque, es decir, el perro no muestra intenciones de atacar (no gruñe ni ladra, no muestra los dientes ni emite señales), por lo que al unirse con lo repentino del ataque, hace imposible prever estas situaciones.
En el caso de Balú, no ha llegado a atacar a nadie, pero si presenta sintomatología previa.
Tras una primera valoración, este Cocker presenta; Ansiedad, estrés, hiperapego, miedo e inseguridad,
Como siempre, nos orientamos a favor del perro en todo momento, dejando a un lado sus conductas (que no dejan de ser el detonante) y trabajando desde sus parámetros mentales buscando la causa que lo origina. En esta primera semana, desentaponaremos su mente y sacaremos toda la “humanización” de su cabeza.
También vamos a trabajar los paseos y estructurarlos de forma que el perro obtenga un paseo agradable y su propietaria deje de sufrir tirones de correa.
La próxima semana tendremos a un Balú puro y sin toxicidad, haremos una segunda valoración y trabajaremos orientados a eliminar esas conductas (no genéticas) desde la causa que lo origina así como también trabajaremos mucho el control de su propietaria (orientado a las causas genéticas) para que Balú sea un perro feliz.
Gracias Laura, Celia y familia por confiar en Vivir en Manada.
El síndrome de furia es un trastorno del comportamiento canino descrito sobre todo (aunque no exclusivamente) en los Cocker Spaniel).
Este trastorno lo ocasiona una causa fisiológica (genética), aunque se suele a atribuir a un simple mal comportamiento, no es un tema etológico, siendo en determinadas razas muy peligroso para los humanos.
Los perros afectados por el síndrome de furia muestran un comportamiento normal, pero súbitamente se muestran agresivos, atacando y mordiendo a la persona que esté más cerca. El ataque dura unos diez minutos o menos, y durante el mismo, el perro tiene la mirada perdida, no atiende a estímulos externos (gritos, golpes) y al finalizar se muestra abatido, exhausto; con actitud arrepentida y triste. Incluso puede llegar a desmayarse.
Uno de los principales problemas en este síndrome es la ausencia de display de ataque, es decir, el perro no muestra intenciones de atacar (no gruñe ni ladra, no muestra los dientes ni emite señales), por lo que al unirse con lo repentino del ataque, hace imposible prever estas situaciones.
En el caso de Balú, no ha llegado a atacar a nadie, pero si presenta sintomatología previa.
Tras una primera valoración, este Cocker presenta; Ansiedad, estrés, hiperapego, miedo e inseguridad,
Como siempre, nos orientamos a favor del perro en todo momento, dejando a un lado sus conductas (que no dejan de ser el detonante) y trabajando desde sus parámetros mentales buscando la causa que lo origina. En esta primera semana, desentaponaremos su mente y sacaremos toda la “humanización” de su cabeza.
También vamos a trabajar los paseos y estructurarlos de forma que el perro obtenga un paseo agradable y su propietaria deje de sufrir tirones de correa.
La próxima semana tendremos a un Balú puro y sin toxicidad, haremos una segunda valoración y trabajaremos orientados a eliminar esas conductas (no genéticas) desde la causa que lo origina así como también trabajaremos mucho el control de su propietaria (orientado a las causas genéticas) para que Balú sea un perro feliz.
Gracias Laura, Celia y familia por confiar en Vivir en Manada.